4 El ejército los mató y Demetrio se sentó en su trono real.
5 Entonces todos los hombres sin ley e impíos de Israel acudieron a
él, con Alcimo al frente, que pretendía el sumo sacerdocio.
6 Ya en su presencia, acusaron al pueblo diciendo: «Judas y sus
hermanos han hecho perecer a todos tus amigos y a nosotros nos han
expulsado de nuestro país.
7 Envía, pues, ahora una persona de tu confianza, que vaya y vea los
estragos que en nosotros y en la provincia del rey han causado, y
los
castigue a ellos y a todos los que les apoyan.»
8 El rey eligió a Báquides, uno de los amigos del rey, gobernador de
Transeufratina, grande en el reino y fiel al rey.
9 Le envió con el impío Alcimo, a quien concedió el sacerdocio, a
tomar venganza de los israelitas.
10 Partieron con un ejército numeroso y en llegando a la tierra de
Judá, enviaron mensajeros a Judas y sus hermanos con falsas proposiciones
de paz.
11 Pero éstos no hicieron caso de sus palabras, porque vieron que
habían venido con un ejército numeroso.
12 No obstante, un grupo de escribas se reunió con Alcimo y
Báquides, tratando de encontrar una solución justa.
13 Los asideos eran los primeros entre los israelitas en pedirles la paz,
14 pues decían: «Un sacerdote del linaje de Aarón ha venido con el
ejército: no nos hará ningún mal.»
15 Habló con ellos amistosamente y les aseguró bajo juramento: «No
intentaremos haceros mal ni a vosotros ni a vuestros amigos.»
16 Le creyeron, pero él prendió a sesenta de ellos y les hizo morir en
un mismo día, según la palabra que estaba escrita:
17 = «Esparcieron la carne y la sangre de tus santos en torno a
Jerusalén y no hubo quien les diese sepultura.» =
18 Con esto, el miedo hacia ellos y el espanto se apoderó del pueblo,
que decía: «No hay en ellos verdad ni justicia, pues han violado el pacto y
el juramento que habían jurado.»
19 Báquides partió de Jerusalén y acampó en Bet Zet. De allí mandó
a prender a muchos que habían desertado donde él y a algunos del pueblo,
los mató y los arrojó en el pozo grande.
20 Luego puso la provincia en manos de Alcimo, dejó con él tropas
que le sostuvieran y se marchó adonde el rey.
21 Alcimo luchó por el sumo sacerdocio.
22 Se le unieron todos los perturbadores del pueblo, se hicieron
dueños de la tierra de Judá y causaron graves males a Israel.
23 Viendo Judas todo el daño que Alcimo y los suyos hacían a los
hijos de Israel, mayor que el que habían causado los gentiles,
24 salió a recorrer todo el territorio de Judea para tomar venganza de
los desertores y no dejarles andar por la región.
25 Al ver Alcimo que Judas y los suyos cobraban fuerza y que él no
podía resistirles, se volvió donde el rey y les acusó de graves delitos.
26 El rey envió a Nicanor, uno de sus generales más distinguidos y
enemigo declarado de Israel, y le mandó exterminar al pueblo.
27 Nicanor llegó a Jerusalén con un ejército numeroso y envió a
Judas y sus hermanos un insidioso mensaje de paz diciéndoles:
28 «No haya lucha entre vosotros y yo; iré a veros amistosamente con
una pequeña escolta.»
29 Fue pues, donde Judas y ambos se saludaron amistosamente, pero
los enemigos estaban preparados para raptar a Judas.
30 Al conocer que había venido a él con engaños, se atemorizó Judas
y no quiso verle más.
31 Viendo descubiertos sus planes, Nicanor salió a enfrentarse con
Judas cerca de Cafarsalamá.
32 Cayeron unos quinientos hombres del ejército de Nicanor y los
demás huyeron a la Ciudad de David.
33 Después de estos sucesos, subió Nicanor al monte Sión. Salieron
del Lugar Santo sacerdotes y ancianos del pueblo para
saludarle
amistosamente y mostrarle el holocausto que se ofrecía por el rey.
34 Pero él se burló de ellos, les escarneció, les mancilló y habló
insolentemente.
35 Colérico, les dijo con juramento: «Si esta vez no se me entrega
Judas y su ejército en mis manos, cuando vuelva, hecha la paz,
prenderé
fuego a esta Casa.» Y salió lleno de furor.
36 Entraron los sacerdotes y, de pie ante el altar y el santuario,
exclamaron llorando:
37 «Tú has elegido esta Casa para que en ella fuese invocado tu
nombre y fuese casa de oración y súplica para tu pueblo;
38 toma vengaza de este hombre y de su ejército y caigan bajo la
espada. Acuérdate, de sus blasfemias y no les des tregua.»
39 Nicanor partió de Jerusalén y acampó en Bet Jorón, donde se le
unió un contingente de Siria.
40 Judas acampó en Adasá con 3.000 hombres y oró diciendo:
41 «Cuando los enviados del rey blasfemaron, salió tu ángel y mató a
185.000 de ellos;
42 destruye también hoy este ejército ante nosotros y reconozcan los
que queden que su jefe profirió palabras impías contra tu Lugar
Santo;
júzgale según su maldad.»
43 El día trece del mes de Adar trabaron batalla los ejércitos y salió
derrotado el de Nicanor. Nicanor cayó el primero en el combate,
44 y su ejército, al verle caído, arrojó las armas y se dio a la fuga.
45 Les estuvieron persiguiendo un día entero, desde Adasá hasta
llegar a Gázara, dando aviso tras ellos con el sonido de las trompetas.
46 Salió gente de todos los pueblos judíos del contorno y,
envolviéndoles, les obligaron a volverse los unos sobre los otros.
Todos
cayeron a espada; no quedó ni uno de ellos.
47 Tomaron los despojos y el botín; cortaron la cabeza de Nicanor y
su mano derecha, aquella que había extendido insolentemente, y
las
llevaron para exponerlas a la vista de Jerusalén.
48 El pueblo se llenó de gran alegría; celebraron aquel día como un
gran día de regocijo